martes, 17 de noviembre de 2015

Lavado de manos.


Electrocardiograma

Electrocardiograma (ECG)


Un electrocardiograma es un examen que mide la actividad eléctrica del corazón, incluyendo tanto la frecuencia como la regularidad de los latidos, al igual que el tamaño y posición de las cámaras, cualquier daño al corazón y los efectos de medicamentos y dispositivos reguladores de la actividad cardíaca.


Existen ocho etapas de lectura de un electrocardiograma.

Referencias:
[Fecha de busqueda 17 de noviembre del 2015] Recuperado de: https://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/esp_imagepages/8772.htm


¿Qué es la Medicina Interna?

¿QUÉ ES LA MEDICINA INTERNA?

















MARIA XIMENA GARZON TORRES
Adaptado de: Dr. Humberto Reyes B.
Editor, Revista Médica de Chile.Profesor de Medicina, Universidad de Chile.


















UNIVERSIDAD DE CIENCIAS APLICADAS Y AMBIENTALES
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
MEDICINA HUMANA I – GRUPO A
BOGOTÁ
2015
¿QUÉ ES LA MEDICINA INTERNA?





MARIA XIMENA GARZON TORRES
 Adaptado de: Dr. Humberto Reyes B.
Editor, Revista Médica de Chile.Profesor de Medicina, Universidad de Chile.










ENSAYO









IRMA YOLANDA POLANCO
DOCENTE INFORMATICA BÁSICA – VIRTUAL







UNIVERSIDAD DE CIENCIAS APLICADAS Y AMBIENTALES
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
MEDICINA HUMANA I – GRUPO A
BOGOTÁ
2015
CONTENIDO

Pág.
1.    INTRODUCCIÓN
7
2.    OBJETIVOS GENERALES
8
2.1.        OBJETIVOS ESPECIFICOS
9
3.    HISTORIA DE LA MEDICINA INTERNA
10
4.    EL <<FENOMENO OSLER>>
12
5.    DESARROLLO EN UNIDADES CLINICAS
14
6.    CONCLUSIONES
16
7.    BIBLIOGRAFIA
17




















TABLAS

Pág.
TABLA 1. Hitos de la Medicina Interna
11


















FIGURAS

Pág.
FIGURA 1. Portada LIBRO MEDICINA INTERNA
13
FIGURA 2. Grafico jerarquización, servicio Medicina Interna
15

















RESUMEN
Medicina Interna se puede definir como una especialidad médica dedicada a la atención integral de los pacientes adultos, se centró en el diagnóstico y el tratamiento no quirúrgico de las enfermedades que afectan a los órganos y sistemas internos (excluyendo problemas gineco-obstetricia) y la prevención de estas enfermedades. Este documento de posición repasa la historia de la medicina interna, el nacimiento de sus subespecialidades y las dificultades que enfrentan los médicos jóvenes cuando deciden si se debe ejercer como médico internista o en una subespecialidad. En Chile, como en la mayoría de los países occidentales entrenamiento formal en una subespecialidad de la medicina interna requiere certificación previa en medicina interna, pero la proporción de médicos jóvenes que permanecen en la práctica como internistas generales parece ser considerablemente más bajos que los que optan por una subespecialidad. Las principales razones de este desequilibrio se pueden relacionar con ventajas financieras (por la práctica de tecnologías especializadas) y la tendencia de los pacientes a solicitar asistencia directa por un pensamiento profesional para estar mejor capacitado para cuidar de sus problemas específicos. Los programas de formación en medicina interna deben considerar un mayor énfasis en la atención ambulatoria integral en lugar del énfasis tradicional de formación en salas de hospital.











1.    INTRODUCCIÓN
El nombre «Medicina Interna» dado a una de las especialidades de la profesión médica tiene significado confuso para el público general, incluyendo a los pacientes. Lo mismo ocurre al calificar como «internistas» a los especialistas que la practican. En los médicos, ambos términos despiertan imágenes más precisas: es fácil distinguir el quehacer de los internistas con el de los pediatras, obstetras o cirujanos. Pero cuando se les pide una definición de «Medicina Interna» su respuesta es notablemente imprecisa, lo que resulta anecdótico cuando se propone a becados en el tercer año de formación en Medicina Interna, que la definan o al menos describan sus características distintivas.
Para explicar algo que fluya del intelecto y se integre a la cultura es necesario contar con una definición. Según el Diccionario de la Lengua Española, una definición es una proposición que expone con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de algo material o inmaterial1. En este Diccionario no existe una definición para «Medicina Interna», pero sí la hay para «Internista» (adjetivo): Dicho de un médico: Que se dedica especialmente al estudio y tratamiento de enfermedades que afectan a los órganos internos.
Llama la atención que en textos dedicados a Medicina Interna, no figure su definición. Sin embargo, la variedad de temas que abordan refleja lo propio de la preocupación e interés de los internistas.










2.    OBJETIVO GENERALE
·         Conocer los diferentes aspectos que recubren el concepto de la especialidad medicina interna.






















2.1.        OBJETIVOS ESPECIFICOS
·         Identificar los aspectos de contenido principal, partiendo de la especialidad Medicina Interna en el hospital
·         Investigar a cerca de los objetivos principales que tiene la medicina interna.
·         Consultar por medio de bases de datos algunos escenarios posibles de Medicina Interna en la vida cotidiana.




















3.    HISTORIA DE LA MEDICINA INTERNA
A fines del siglo 18 y en la primera mitad del siglo 19 los centros de influencia de la medicina occidental estaban en países europeos. Para la práctica profesional las opciones principales eran la clínica médica y la cirugía, con fronteras bien identificadas. La clínica médica distinguía entre patología interna y patología externa, cuyas fronteras eran más difusas. La enseñanza y la práctica de la clínica médica se aplicaba al diagnóstico de las enfermedades por sus síntomas y signos físicos, más el conocimiento sobre su historia y evolución natural, y los aportes de la anatomía patológica, que había alcanzado la cúspide de su desarrollo. La terapéutica médica era esencialmente empírica. Para aprovechar en beneficio del enfermo este conjunto formado por la semiología, la historia natural de las enfermedades, su anatomía patológica y el tratamiento médico empírico, eran fundamentales la experiencia del médico, su capacidad de observación (el «ojo clínico» mencionado por A. Castiglioni en su Historia de la Medicina)[1] y su buen juicio. Ello se reflejaba en los textos y en las revistas médicas, cuyos contenidos eran esencialmente descriptivos. Sobre la naturaleza de las enfermedades, sus causas y fisiopatología, se sabía muy poco. Lo que se decía, hacía, escribía y enseñaba tenían mucha subjetividad y poca ciencia.

En la segunda mitad del siglo 19 progresaron notablemente la bacteriología, la química y la física. Sus descubrimientos empezaron a relacionarse con la clínica médica y nació la medicina experimental, que adoptó el método de las ciencias biológicas. Este proceso cultural causó efectos en Alemania, donde provocó una acción favorable pretendiendo incorporar a la clínica médica las novedades que ofrecían las ciencias para investigar la naturaleza íntima de las enfermedades, adoptar nuevos recursos tecnológicos que facilitaran o precisaran el diagnóstico semiológico, ensayar nuevos tratamientos y juzgar objetivamente los méritos e inconvenientes de los tratamientos antiguos y los nuevos. Entre los cambios que se produjeron, la fisiología y otras ciencias biológicas dieron origen a la fisiopatología. En el ambiente médico germánico nacieron, alrededor de 1880, los términos «Medicina Interna» e «internista». Una reunión realizada en Wiesbaden, en 1882, se denominó por primera vez «Congreso de Medicina Interna» (Tabla 1). Dos años después la revista médica alemana «Boletín de Medicina Clínica» cambió su nombre a «Boletín de Medicina Interna», indicándose como propósito difundir lo que la literatura mundial ofreciera en el campo de la Medicina Interna[2].





4.    EL «FENÓMENO OSLER»
La concepción de la Medicina Interna como un ámbito para relacionar los progresos científicos con la clínica médica tradicional fue captada por médicos notables a fines del Siglo 19 y comienzos del siglo 20. Su paradigma fue el Dr. William Osler, nacido en Canadá, prestigiado como clínico y docente en la Universidad McGill de Montreal. Se trasladó a los Estados Unidos donde alcanzó gran prestigio y terminó su carrera profesional en la Universidad de Oxford, Inglaterra, distinguido por la corona británica con el título nobiliario de «Sir».

En 1890, Osler tenía 41 años y era el clínico más destacado en Norteamérica, Profesor de Medicina y Médico Jefe en el Hospital de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore. Le incomodaba la escasez de textos que mostraran la experiencia de los clínicos norteamericanos y criticaba la forma en que estaban organizados los pocos disponibles, porque se basaban en criterios anatomopatológicos para agrupar enfermedades con naturaleza disímil. Además, repetían conocimientos clínicos clásicos sin considerar las novedades que aportaban las revistas científicas. A uno de esos textos le criticó, por ejemplo, el que negaba que la fiebre tifoidea fuera causada por una bacteria lo que, según el autor, era fruto de la imaginación humana. Eberth, en Alemania, había comunicado recientemente el aislamiento de una bacteria distinta al bacilo coli y que cumplía los postulados de Koch para atribuirle causalidad en la fiebre tifoidea. Pero los médicos norteamericanos -salvo Osler y otros pocos- no leían revistas en idioma alemán ni procuraban sus traducciones.

Osler criticaba también la polifarmacia empírica y basaba sus propios tratamientos en las medidas de higiene y confort del paciente y en su alimentación e hidratación adecuadas, tratando de que la naturaleza y la energía vital del paciente fueran la fuente de su mejoría. Por ejemplo, en sus lecciones sobre fiebre tifoidea, el capítulo dedicado al tratamiento empieza así:

«La profesión médica ha demorado demasiado en aprender que la fiebre tifoidea no es una enfermedad que deba tratarse principalmente con drogas. Una enfermería cuidadosa y una dieta controlada son esenciales en la mayoría de los casos»[3].

Esto lo escribió décadas antes de que se descubrieran los sulfamidados y luego la cloromicetina. Sin embargo, sería difícil desechar esas enseñanzas, aunque en el curso del siglo 20 se desarrollaron herramientas formidables que han permitido ser más eficientes en la curación y la prevención de las enfermedades.

Estimulado por sus colaboradores y por una gran empresa editorial, Osler escribió su tratado sobre «Los Principios y la Práctica de la Medicina», donde volcó su experiencia y una recopilación del conocimiento clínico, fisiológico y fisiopatológico de su época (Figura 1). En pocos meses fue el texto más popular en Norteamérica y se extendió al mundo. Osler lo actualizó en 7 ediciones, hasta 1909. Después de su muerte, sus discípulos publicaron hasta la edición Nº16, en 1947, traducida al francés, alemán, español y chino. El libro de Osler reflejó la quintaesencia de la Medicina Interna: el conocimiento médico abarca no sólo las características clínicas de las enfermedades sino también su epidemiología y relaciones con la salud pública, incorporándole los descubrimientos atingentes de la medicina experimental, la microbiología, la bioquímica etc.

FIGURA 1. Portada del texto de medicina, de William Osler, en su edición de 1909
5.    DESARROLLO EN UNIDADES CLINICAS
Paulatinamente se fueron creando unidades dirigidas a problemas de salud específicos que deben ser orientados desde el conocimiento pluralista que ofrece la Medicina Interna. Dentro de éstas se encuentran entre otras las unidades de desintoxicación hospitalaria, cuidados paliativos, enfermedades infecciosas, enfermedades sistémicas autoinmunes, factores de riesgo cardiovascular, hepatología, obesidad y otros trastornos de la alimentación, osteoporosis y metabolismo mineral, enfermedades tumorales, unidades de corta estancia, unidades de estancia prolongada, hospitalización domiciliaria, o unidades de investigación. Las patologías atendidas en la mayoría de estas unidades entran también dentro del campo de acción de otras especialidades, existiendo en ocasiones también como unidades dentro de ellas. Estas patologías se beneficiarían de un abordaje multidisciplinario, coordinado e integrado bajo la visión global del especialista en Medicina Interna. En este sentido, los nuevos sistemas de gestión abren un proceso para convertir los Servicios Sanitarios tradicionales en un sistema basado en Areas Clínicas Funcionales sobre temas monográficos, organizadas con criterios interdisciplinarios, dotándolas de autonomía en materia de gestión presupuestaria y organización sanitaria, supeditadas, eso sí, a los criterios de la dirección de cada centro. Tienen como objetivo fundamental la mejora de la calidad asistencial, pero también es un modo de optimizar recursos y, por añadidura, costes. Por lo tanto sería deseable la conversión de las actuales unidades clínicas 9 citadas con anterioridad en Areas Clínicas Funcionales, en las que entrasen a formar parte los especialistas en Medicina Interna, con una función clave de coordinación e integración del resto de los especialistas. Además, numerosos estudios tanto norteamericanos como europeos han probado que la intervención de un Internista en los Servicios Quirúrgicos que aporte un cuidado médico basado en la evidencia, detectando los problemas médicos preoperatorios y las complicaciones postoperatorias, conlleva una menor morbi-mortalidad perioperatoria y acorta la estancia hospitalaria. Asimismo en ocasiones existen otros procesos médicos que acaban requiriendo de la cirugía para diagnóstico o tratamiento. Por otro lado, el Proyecto de ley sobre "áreas de capacitación específica" (denominación oficial de las superespecialidades) de Marzo de 2001, las define como "el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes añadidos en profundidad o en extensión a los recibidos en el período de formación como especialista, siempre y cuando ese conjunto de conocimientos se hubiera desarrollado sobre una parte del contenido de una o varias especialidades, sea objeto de un interés asistencial, científico y social relevante y cuente con la especial dedicación profesional de un número significativo de médicos especialistas". Los especialistas podrían acceder al Diploma de "Médico Especialista con capacitación específica" tras comprobarse una serie de requisitos evaluados finalmente por el Comité Nacional del Area de Capacitación que correspondiera. En el ámbito de la Medicina Interna se propusieron en principio las Áreas de Capacitación Específica de "Enfermedades Infecciosas", de "Urgencias y Emergencias" y de “Hepatología”. Por el momento no ha entrado en vigor el Real Decreto, dado el intenso debate que ha surgido en las distintas especialidades, incumbiendo directamente a la nuestra el hecho de que los médicos de Urgencias hayan reclamado su área como Especialidad propia, no como Área de Capacitación, y la negativa de la Comisión Nacional de Aparato Digestivo para crear el Área de Capacitación en Hepatología propuesta por la Comisión Nacional de Medicina Interna.







6.    CONCLUSIONES
La evolución de la Medicina Interna y el rol del internista en nuestra sociedad, tiene causas complejas; algunas vienen de fuera de la profesión médica, muchas fueron inevitables y probablemente todas son universales. En lugar de rechazar una realidad porque la sentimos ajena a nuestra historia y a nuestras preferencias, debemos estimular la calidad de la formación del internista y su vocación durante este período crucial. Necesitamos dar ejemplos que motiven a los jóvenes para elegir entre una carrera profesional como internista o una subespecialidad. Si se hacen sub-especialistas, que su formación previa haya sido sólida y les permita conservar la capacidad y el interés por atender a sus pacientes con el criterio amplio y el propósito integrador que son característicos de la Medicina Interna.














7.    BIBLIOGRAFIA
·         REYES B. Humberto. ¿Qué es Medicina Interna? Santiago de Chile: (Octubre 2006), http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872006001000020






[1] Castiglioni A. Historia de la Medicina. Salvat Editores S.A., Barcelona-Buenos Aires, 1941, pág 857.
[2] Bean WB. Origin of the term «Internal Medicine». N Engl J Med 1982; 306: 182-3.
[3] Osler's Textbook Revisited. A McGehee Harvey and Victor McKusick, Editors. Appleton-Century-Crofts, Meredith Publishing Co., 1967, pág 99.